... la leyenda de la España inquisitorial, ignorante, fanática, incapaz de figurar entre los pueblos cultos, dispuesta siempre a las represiones violentas, enemiga del progreso y de las innovaciones... la leyenda que habiendo empezado a difundirse en el siglo XVI, a raíz de la Reforma, no ha dejado de utilizarse en contra nuestra desde entonces...

Julián Juderías, La Leyenda Negra, 1914

sábado, 8 de septiembre de 2007

¿Qué es la Leyenda Negra?

En 1913 Julián Juderías y Loyot, funcionario del Ministerio de Estado, gana un concurso literario convocado por «La Ilustración Española y Americana» con el trabajo titulado «La Leyenda Negra y la verdad histórica». Juderías acuña la expresión «Leyenda Negra» para referirse a la visión negativa que en el extranjero se tenía de España, de los españoles, de su historia y de su labor en el mundo:

«Por leyenda negra entendemos el ambiente creado por los fantásticos relatos que acerca de nuestra Patria han visto la luz pública en casi todos los países; las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos o como colectividad; la negación, o, por lo menos, la ignorancia sistemática de cuanto nos es favorable y honroso en las diversas manifestaciones de la cultura y del arte; las acusaciones que en todo tiempo se han lanzado contra España fundándose para ello en hechos exagerados, mal interpretados o falsos en su totalidad, y, finalmente la afirmación, contenida en libros al parecer respetables y verídicos (…), de que nuestra Patria constituye, desde el punto de vista de la tolerancia, de la cultura y del progreso político, una excepción lamentable dentro del grupo de las naciones europeas. En una palabra, entendemos por leyenda negra, la leyenda de la España inquisitorial, ignorante, fanática, incapaz de figurar entre los pueblos cultos lo mismo ahora que antes, dispuesta siempre a las represiones violentas; enemiga del progreso y de las innovaciones; o, en otros términos, la leyenda que habiendo empezado a difundirse en el siglo XVI, a raíz de la Reforma, no ha dejado de utilizarse en contra nuestra desde entonces y más especialmente en momentos críticos de nuestra vida nacional.» (Juderías, 23-24).

Será a partir de la publicación del libro de Juderías cuando la expresión «Leyenda Negra» sirva para referirse a todo esa serie de acusaciones injustas que sobre la historia de España habían venido vertiendo el resto de naciones europeas.

Si actualmente, desde una historiografía mínimamente objetiva, podemos hablar precisamente de «Leyenda Negra» es porque se ha demostrado que tales acusaciones consisten básicamente en exagerar, tergiversar, descontextualizar y falsificar la obra política de España y sus gobernantes, y muy especialmente la relativa a la época en que con mayor poderío internacional se desplegó la «Monarquía Hispánica» (bajo los reinados de Carlos V y Felipe II). Es por ello que Juderías caracterice la Leyenda Negra antiespañola por dos elementos principales: la omisión y la exageración. Omisión de todo lo que pueda favorecer a España y exageración de cuanto pueda perjudicarla. A pesar de todo, una de las características que distingue a la Leyenda Negra de otras similares es su enorme influencia y persistencia en el tiempo. Si establecemos su origen en el siglo XVI aún hoy día, cuatro siglos después, se notan sus efectos.

Una consideración sobre la Leyenda Negra, altamente significativa, es que sólo España tiene leyenda negra y no la tiene, en cambio, ninguna nación del ámbito protestante y ni siquiera la católica Portugal, a pesar de haber dado lugar a un considerable imperio colonial. ¿A qué se debe esto?

España se fragua política y territorialmente en pugna contra el Islam. Y en su labor de recubrir los territorios ocupados por éste adopta unos planes y programas (ortograma) imperialistas que hacen suya la defensa de los valores de la religión católica al mismo tiempo que se valen de ellos política e ideológicamente. España se va convirtiendo en un «Imperio Católico Universal», un Imperio que pretende extender su lengua, sus costumbres, su moral, su religión y sus instituciones al resto de los pueblos y, en especial, a los territorios americanos recién descubiertos. En dicho proceso España se ve obligada a enfrentarse a la Reforma protestante, que es utilizada política e ideológicamente por las nacientes potencias europeas para debilitar a la Monarquía Hispánica en una inevitable dialéctica de lucha entre Estados.

Es justamente en dicho contexto de enfrentamiento entre la católica España y las emergentes potencias protestantes cuando en el bando protestante se genera la Leyenda Negra antiespañola, muy especialmente en Inglaterra, Francia y los Países Bajos. El gran poder del Imperio Católico español en el siglo XVI genera odios y envidias y, en este sentido, la Leyenda Negra es, como dice Álvaro de Maortua, «a la vez anticatólica y antiespañola».

La Leyenda Negra se desarrolla principalmente en torno a las siguientes acusaciones:

  • La injusta expulsión de judíos y musulmanes de los reinos hispanos.
  • Las fanáticas persecuciones de herejes y disidentes realizadas por la Inquisición española.
  • Las belicistas empresas imperiales de la monarquía católica española en Europa a lo largo de los siglos XVI y XVII (y muy especialmente bajo el reinado de Felipe II) con el fin de erradicar el protestantismo de sus territorios.
  • La sistemática labor de rapiña, aniquilación de culturas, matanza y esclavización de indígenas durante la conquista de América.

Todas estas denuncias se pueden repartir entre una «leyenda negra europea», orientada a atacar a la Inquisición española y a Felipe II (en su comportamiento personal y en su política imperial) y una «leyenda negra americana» destinada a menospreciar y difamar la conquista española del Nuevo Mundo.

Si bien estas acusaciones recaen, en un principio, sobre el aspecto político de España, es decir, el relativo a su acción en el mundo, simultáneamente se amplían también al aspecto social: el referente al carácter y a las costumbres de los españoles.

Por otra parte, el hecho de que entre los primeros y más activos propagandistas se encuentren personajes de nacionalidad española ayuda a dar verosimilitud a tales inculpaciones.

Efectivamente, los panfletos que dieron inicio a la Leyenda Negra fueron elaborados, curiosamente, por dos españoles. La «Brevísima relación de las destrucción de las Indias» (1542) escrita por el misionero dominico fray Bartolomé de las Casas fue decisiva en el desarrollo de la «Leyenda Negra americana», la relativa a la labor española de exterminio y saqueo del Nuevo Mundo. Por otra parte, las «Relaciones» (1594) escritas por Antonio Pérez (antiguo secretario de Felipe II huido a Inglaterra), en las que acusa al rey de adulterio y del asesinato de su hijo el príncipe Don Carlos, dieron pie a la Leyenda Negra de Felipe II, elemento fundamental de la «Leyenda Negra europea».

Si bien, el origen de la Leyenda Negra hay que situarlo en el siglo XVI, cuando el Imperio español desplegaba su máxima potencia, será en siglos posteriores, paralelamente al declive y decadencia del mismo, cuando se generaliza y adquiere un desarrollo más elaborado. En este sentido son determinantes las críticas a España de los ilustrados franceses del siglo XVIII (Montesquieu, Voltaire); la visión exótica que de España y los españoles tienen los viajeros románticos del siglo XIX (especialmente tras la Guerra de Independencia); el empleo que de la Leyenda Negra hace la naciente potencia estadounidense con el fin de ocultar sus propias culpas y de arrebatar a España sus últimos territorios ultramarinos y, como consecuencia, la asunción de la Leyenda Negra por los propios españoles a partir del desastre del 98.

Julián Juderías, a principios del siglo XX, se da cuenta de que «culpa principalísima de la formación de la Leyenda Negra la tenemos nosotros mismos. La tenemos por dos razones: la primera, porque no hemos estudiado lo nuestro con el interés, con la atención y con el cariño que los extranjeros lo suyo, (…) hemos tenido que aprenderlo en libros escritos por extraños e inspirados, por regla general, en el desdén a España; y, la segunda, porque hemos sido siempre pródigos en informaciones desfavorables y en críticas acerbas. No podemos quejarnos, pues, de la leyenda antiespañola. Ésta no desaparecerá mientras no nos corrijamos de esos defectos». (Juderías, 27).

Un siglo después vemos con amargura como esos defectos no se han corregido sino que se han agravado si cabe. La reivindicación ideológica de la «España Católica e Imperial» durante el periodo franquista ha hecho que, con la llegada de la democracia, la Leyenda Negra haya vuelto a ponerse en marcha a toda máquina. La asociación, casi refleja, entre «franquismo» e «Imperio español» hace que se den por válidas todas las antiguas acusaciones contra España. Ante cualquiera que se considere «progresista» la sola mención de la palabra España provocará una mezcla de desagrado y de vergüenza de modo que su uso quedará prácticamente restringido a las ocasiones en las que las selecciones deportivas españolas participen en competiciones internacionales. En la mayoría de los casos, especialmente los que tengan una connotación política, se preferirá el uso de la expresión «Estado español».

De tal absurdo han sabido sacar buen provecho los nacionalismos separatistas catalán, vasco y gallego que, con la inestimable alianza de las izquierdas políticas, amenazan con poner en grave peligro la unidad de España. Y es que «culpa principalísima» de esta situación la tienen dichas izquierdas (PSOE e IU) que, tras la caída de la Unión Soviética, han ido derivando hacia posiciones «éticas» en las que se entremezclan viscosamente Ideas tan oscuras, confusas y metafísicas como «Humanidad», «Cultura», «Tolerancia», «Democracia» y «Paz», convenientemente aderezadas con buenas dosis de «falsa conciencia» y «mala fe».

El gran aliado de la Leyenda Negra, a lo largo de nuestra historia, es el tradicional complejo de inferioridad de los españoles «que nos lleva a rechazar nuestras propias cosas como si fueran las más viles y apocadas del universo y a preferir las extranjeras por el mero hecho de serlo». Tal como dice Juderías, «reconocer nuestros defectos es una virtud, pero admitir y dar por buenas las crueldades que nos atribuyen y creer que todo lo nuestro es malo, es una necedad que sólo cabe en cerebros perturbados por un pesimismo estéril y contraproducente y por una ciencia que no han logrado digerir bien». (Juderías, 19-20).

Julián Juderías no es el primero en reivindicar la labor de España en el mundo frente a las injustas críticas recibidas desde el extranjero. Él mismo cita como pionero en la defensa de los valores hispanos frente a los ataques de las demás naciones, a Francisco de Quevedo, que en el siglo XVI deja inacabada una obra similar a la de Juderías titulada «España defendida y los tiempos de ahora de las calumnias de los noveleros y sediciosos». Otros que trabajaron en ese sentido, por no citar sino a los autores más conocidos, fueron Saavedra Fajardo, a finales del siglo XVII, José Cadalso y el padre Forner en el XVIII, Marcelino Menéndez Pelayo, Juan Valera y Gumersindo Laverde, en el siglo XIX, y ya en el siglo XX, continuando la labor de Juderías, Rafael Altamira, Ramón Menéndez Pidal, Claudio Sánchez Albornoz, Antonio Domínguez Ortiz, Vicens Vives, etc.

Esta bitácora si bien toma como base historiográfica los datos que pueden encontrarse en distintos libros y sitios de Internet dedicados a la Leyenda Negra pretende aportar una interpretación de los mismos desde el punto de vista de la Filosofía de la Historia del «materialismo filosófico» expuesta por Gustavo Bueno, principalmente en su libro «España frente a Europa».

La defensa más habitual de España frente a los embates de la Leyenda Negra se da desde posiciones confesionales católicas que, si bien nos parecen muy honrosas, se muestran insuficientes debido a su base argumental idealista (espiritualista) que deriva fácilmente en «leyenda rosa». Optamos pues por una defensa con «artillería pesada» basada principalmente en la reivindicación por parte del materialismo filosófico de las Ideas de «Imperio» frente a «Humanidad», «Civilización» frente a «relativismo cultural» e «Hispanidad» frente a «Europeísmo».